domingo, julio 20, 2008

Augurio de Melancolía


En la levedad de esta noche me pierdo en las palabras. Todos los escritos de mis voces se amotinan en los dedos, y como seres pintados en la piel de la memoria, se dibujan interminablemente. Me abandono a solas de la vida, prodigándome a escondidas a la única vocera de la misma soledad. Me hablo a mi misma. Todos los sentidos se agudizan expectantes tras la prófuga hora de la media noche: Todo es silencio en mí. Me sirvo un trago de lágrimas para brindar en esta oscuridad, mientras hablo con mis voces cuando nunca me ve. Ven, siéntate a mi lado - digo- deseo saber la historia de lo que existe un poco más allá de ti, de esa vida que llevas en el cielo, de esa Luna a la que amas y dedicas canciones en las noches de perdida siniestra. Enséñame a tocar el arpa de tus sueños que yo te enseñaré a pintar el cuerpo del amor en la penumbra del cálido silencio. Pero sola no puedo, existe una necesidad en el fondo de todos mis abismos, una parquedad de ausencia que dilata mis tiempos de esperanzas. Y es que presiento que el ahora, es una hora muerta en todas sus facetas, una condición sin nombre, un estado de un todo que se propaga intrascendente en esta noche de insomnio, en esta soledad de rostro y cuerpo de presencia.
Anna.

miércoles, julio 09, 2008

En julio...

En las paredes de la soledad se han vuelto las horas una serie de gotas de lluvia que descienden del techo. Los manantiales de la nostalgia y viceversa, se entrelazan en las noches tejiendo mantos de estrellas que me recuerdan su lunatico nombre. Luar, luz de la luna que irradia los paisajes mas reconditos del bosque de todos mis silencios, luz que llega como una ola cantando en el mas profundo sueño de la soledad. Mientras todos duermen, yo salgo a la noche y me saco el corazón de forma lenta, cosa que su sangre no se riegue y no se pierda por los rios de la caudalosa ciudad, que emana ese misterioso elixir de la vida: Dolor. Y así, coloco el corazón en un pedacito de cielo, lo cuelgo con las cintas azules de mi eterna espera, mientras el viento suave lo balancea como a la hoja mas viva del arbol de la vida. Solitario corazón de atardecer que mece sus alas en la esperanza de su sueño, en el tangible anhelo de que el claro de la Luna de Julio en medio de la madrugada le despierte y le abrace como ha soñado siempre: con su cuerpo de Luz y su rostro de lluvia incandescente.
Anna.