viernes, noviembre 23, 2007

Emisiónes...


Viernes en la mañana. Tomo el primer libro que veo al despertar, la hora del Diablo parece una buena excusa para este cuarto día de la semana. Lo leo, me suspendo en las claridades que deja enmarcado el magno dialogo entre El diablo, María y Antonio. Respiro hondo, hasta sentir que la inhalación invade los pulmones de humo y vicio, aire y sueños. Sobreexcitaciones de palabras deambulan por mi memoria, Vagos restos de Luar tiñen las calles de la ciudad en la noche mientras sigo imaginando la tiniebla visible agradablemente descrita por el genio. Te llamo. Mi corazón tiembla en aras de encontrarse flotando en esa nube que describes, me tiembla la voz, el alma en tu presencia. Todo es una confabulación de mi vida para hacerme entender que no es un sueño y tiemblo de Alegría. Respiro hondo nuevamente, aire de colores entra a mis pulmones, percibo tu encanto en mí ser, como si en ellos impregnaras el olor de tus sueños y los esparcieras por todos los rincones azules de mi cuerpo. Cierro los ojos, predico oraciones irreligiosas y me entrego a la noche sellada con tus besos, camino antes sola, ahora contigo, muerdo las horas en tiempos pasados. Todo es presente en mí. No hay estaciones que puedan volver evanescente los estragos que dejo la primavera en tu llegada. Dulce condena el verme anclada en tu corazón para existir. Dulce condena haberte conocido. Pienso, dudo, existo, pretérito lapso en mi presencia hace malabares en el corazón. Eres el tiempo de mi tiempo la canción más hermosa que dicta la vida a la muerte para enseñarle que este momento se torna la zozobra irreversible. Líneas de amanecer navegan en el mar de una nube gris, la nube que baña mi cuerpo del sortilegio del amor, mis lágrimas retuercen sus cuerpos en efímeras tristezas de dolor. No hay muerte si tú me habitas amor, todo es locura, pasión, sueños, esperanzas de algún día añorado, imaginado, evocado. Hoy tengo vocablos en el aire, en mi cuerpo. Respiro a tu lado las palabras, quiero amarte en estas letras, besar tu espalda con mis labios de signos, surcar los ángulos de tu corazón con estas líneas que nacen desde el ser más pequeño que tengo en mi memoria, hasta el más grande que tengo como Alma. Quiero verte de cerca, observar como emergen de las horas tu presencia, hacer de mis brazos lazos de aquiescencia mi más hermosa algarabía. Tienes en manos las llaves que destilan sueños de la vida, palabras que fluyen en excesos de aire, viento humo y tinieblas fantasía. Abstraigo de mis venas el hilo de mi vida y entrego a tu noche la lirica del día porque siento que ante ti soy una nube deletreada y tú sabes cómo pronunciarme.
Al marinero de Sueños....
Anna.