domingo, febrero 18, 2007

Paisajes Inconclusos

Suena el teléfono. Una voz me avisa que son las seis de la madrugada y que ha llegado la hora de colocar los pies sobre el piso frío de la ciudad fantasma. Todo es silencio, todo es calmo, los ventanales se encuentran húmedos por la gran cantidad de lluvia que dejo el paso de las primeras horas.

En este instante el frío es delicadamente fantasioso cuando se trata de entablar conversaciones en la insensible estación de su complejidad y la calma es ahora un lugar que tiene poemas de nieve y luces de un Sol blanco.

Ahora mismo tengo miedo, el lugar donde me encuentro es un paisaje sin color, es la fantasía de un sueño de carbón. Frente al ventanal de la mañana se extienden flores amarillas y el desértico paisaje de un nevado. Mi corazón se acelera, la respiración disminuye con cada huella que dejo en la solitaria en la arena, una huella que calculo para trazar con una línea indefinida tu nombre y la pintura taciturna de tu olor. Si, tu olor tiene colores de nostalgias, tu olor es una torre de naipes que se arma y que cae luego entre las rocas de este desértico paisaje de distancias entre tu corazón y el mío. Tu olor la cúspide de mi delirio.

Me detengo, no quiero pensar, comienzo a sentir el frío entre las venas, no hay calma, siento que los pensamientos giran como un huracán de ideas en mi memoria, el viento sopla fuerte y la temperatura comienza a descender de cuatro en cuatro. Trato de hablar, de mirar al frente, pero todos han desaparecido, ahora solo soy yo con mi paisaje de un sol blanco y poemas de nieve, pero no había visto que dentro del cuadro estelar habían además montañas de rocas que acompañaban mi soledad, tengo la soledad en el cuerpo, siento la angustia de estar sola en medio de la nada, pienso que nada me diste y ahora eso es todo lo que tengo, me enloquezco lentamente en la ciudad fantasma, no hay vida humana allí, las plantas se vuelven monótonas, el aire es cada vez mas frío, siento que el alma me pesa mas que el cuerpo de la espera. Donde están todos, no se si alguien puede escucharme después de este vació el invierto toca las puertas de mi alma, la soledad ha empalidecido y yo me siento parte de su cuerpo, mis labios están rojos de dolor mientras me siento a escuchar el verdadero sonido del silencio, un silencio de viento donde todo aquel que muere en la magia de la oscuridad tiene derecho a estar en cielo del olvido, es la hora señalada, el instante preciso donde abro el libro de la noche para escuchar tu vos como una ultima vez, decirte que te amo y asi como un día perfecto narrado al oído de la muerte, dejarlo en la memoria por los siglos de los siglos...

Anna.

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